Es indiscutible que el frigorífico es uno de los electrodomésticos que más han mejorado nuestra vida en los últimos tiempos.
Piensa, por un momento, que te apeteciera un helado fresquito en pleno agosto, o que quisieras comerte una lubina a la plancha en tu casa.
Si no tienes frigorífico, es verano y no vives en la costa, es complicado, ¿verdad?
¿Cómo era todo antes del frigorífico?
Aunque el frigorífico, tal y como lo conocemos hoy en día es un invento relativamente reciente, la necesidad de refrigerar bebidas ha existido desde la Antigüedad. La utilización del hielo está presente ya en China, e incluso en el Imperio Persa.
Los griegos y romanos, por su parte, utilizaron los “pozos de nieve”, unas construcciones circulares, aisladas con paja y ramas, en las que se recogía la nieve y se compactaba para convertirla en bloques de hielo.
Aunque en aquellos tiempos el hielo se destinaba más a refrigerar bebidas que a conservar alimentos (el salazón era el método más común por entonces), esto abrió las puertas a la refrigeración actual.
La refrigeración química: Un punto de partida.
En el siglo XVI, a finales del Renacimiento, se comienza a experimentar con mezclas químicas que permitieran enfriar el agua mediante procedimientos distintos al almacenaje de hielo.
Es un químico español afincado en Roma, Blas Villafranca, quien habla por primera vez de la posibilidad de enfriar líquidos mezclando agua y sal.
Sin embargo, no es hasta el siglo XIX que Edmond Carré comercializa el primer refrigerador comercial, llamado ‘máquina de absorción’.
Esta máquina de absorción no fue, ni mucho menos, un invento de uso común. En la mayoría de las casas importantes se conformaban con algo de hielo, comprado a precio de oro. En las más humildes, ni siquiera eso.
Conforme han transcurrido los años, la refrigeración se ha ido perfeccionando, hasta llegar a convertirse en un elemento esencial de la economía, y también de la vida familiar.
¿Qué tipos de frigorífico existen?
Por suerte, hoy tenemos un montón de posibilidades donde escoger la más adecuada. Aunque pienses que te vas a volver loco con tanta palabra técnica, no es tan difícil como crees. Aquí tienes una serie de pistas:
Según el sistema de refrigeración, existen dos grandes grupos:
– Cíclico: Los alimentos se conservan durante menos tiempo, pero no se resecan. Conviene descongelarlo periódicamente.
– No Frost: Su refrigeración por flujo de aire aporta una mayor sequedad a la cavidad, y no formase formen placas de hielo.
Respecto a su forma, podemos distinguir entre:
– Combinado: Son los más comunes. El congelador en la parte de abajo y el frigorífico arriba.
– Dos puertas: Es el diseño ‘clásico’. El congelador, más pequeño, ocupa la parte superior.
– Americano: El modelo ideal para quien busca un extra de capacidad.
¿En qué fijarse cuando compramos un frigorífico?
En los últimos años el sector ha experimentado una auténtica revolución en cuanto a prestaciones, y existe prácticamente una solución para cada familia.
El frigorífico está enchufado constantemente. Cuanto mejor sea la clasificación energética, más ahorraremos en las facturas.
La capacidad interior.
Ten en cuenta el número de personas en casa y con qué frecuencia sueles hacer lacompra.
Las medidas de tu cocina.
Parece una obviedad, pero es fundamental que midas el espacio disponible antes de comprarlo.
La distribución interior.
Tanto si prefieres organizarte por cajones o ver todo de un solo vistazo, existe un frigorífico pensado para ti.
Si te fijas en todas estas cosas, solo te quedará escoger modelo y color, y comenzar a disfrutar de un electrodoméstico fundamental en cualquier casa.
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